Producción - “Cambio De Luces”
Producción
“Cambio de Luces”
Por Julio A. Cortázar
Texto de opinión, comparando;
“Cambio de Luces” y “La Intrusa”
Dos Mujeres, Dos visiones
En los cuentos “Cambio de luces” de Julio Cortázar y “La intrusa” de Jorge Luis Borges, Luciana y Juliana representan dos modelos opuestos de representación femenina en la literatura argentina. A pesar de aparecer escuetamente, ambas mujeres adquieren peso simbólico, revelando posturas ideológicas muy distintas.
Juliana, en la obra de Borges, es una figura completamente cosificada. Es comprada y compartida por los hermanos Nilsen, quienes terminan asesinándola para preservar su pacta lealtad. No tiene voz, ni pensamiento propio, ni oportunidad de decidir: su cuerpo es objeto y su muerte un recurso narrativo para restaurar el orden masculino. Borges la presenta como una intrusa insoportable en un mundo dominado por hombres que privilegian su vínculo por sobre todo, incluso por la vida de una mujer.
En contraposición, Luciana, el personaje de Cortázar, es una presencia femenina sutil pero cargada de humanidad. Ella inicia el vínculo a través de cartas dirigidas a Tito Balcárcel, un actor de radioteatro identificado con papeles de villano. A través de esas epístolas y de los encuentros posteriores, Luciana no busca poseerlo, sino conocerlo más allá de su voz pública, más allá de su figura mediática. La conoce primero como voz, luego como imagen, y finalmente como presencia compartida. Su gesto —acomodar luces, compartir whisky o simplemente estar ahí— es de conexión, afecto y ternura: una forma de respeto que contrasta con la violencia que define el relato de Borges.
La diferencia central se percibe en cómo cada autor sitúa a la mujer frente al poder masculino. Juliana está al servicio del deseo y las tensiones entre hermanos, y su muerte legitima el control masculino. Luciana, aunque insertada en una estructura asimétrica (la fama y el anonimato), actúa desde la libertad, la sensibilidad y la autenticidad. Su presencia transforma la narrativa: convierte lo cotidiano (cartas, luces, whisky) en espacios de dignidad y encuentro. Además, Luciana no es un personaje pasivo, sino que evoluciona: pasa de imaginaria a real, de letra en un sobre violeta a compañía real en el hogar de Tito .
En conclusión, Juliana y Luciana encarnan dos visiones contrapuestas de lo femenino en la literatura de Borges y Cortázar. Juliana es objeto —silenciada y sacrificada por el orden patriarcal. Luciana, en cambio, es sujeto —silenciosa pero capaz de transformar con su mirada, presencia y ternura. Borges propone una mujer descartable; Cortázar, una mujer humanizadora. Así, estos dos cuentos ofrecen una lectura crítica de cómo se representa y valora a lo femenino: desde la cosificación violenta hasta la empatía silenciosa.
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